SANTA MARINA DE AGUAS SANTAS, Virgen y Mártir (I)

Recordamos una de las primeras entradas del blog, allá por el més de Febrero, en este mes dedicado en Fernán Núñez casi en exclusiva a la que es nuestra Patrona, Santa Marina de Aguas Santas, presente en la villa desde los inicios de su fundación. Sgún avance el mes, iremos dejando nuevas entradas acerca de la Santa Patrona.

 ...y entre suspiros gritamos ¡SEÑORA SANTA MARINA!

La Patrona de la Villa, Santa Marina de Aguas Santas, es una devoción traída hasta nuestras tierras por los repobladores gallegos que ocuparon la zona tras la reconquista de Córdoba por el Rey Fernando III, el Santo. En posteriores entradas trataremos mas en profundidad su vida, historia y devoción, mucho más arraigada en épocas pasadas que en la actualidad. La imagen que encabeza esta entrada es la que actualmente se conserva en nuestra Parroquia, y que procesiona cada 18 de Julio; la que aparece abajo es la que existía antes de la Guerra Civil y los destrozos aberrantes que se produjeron en el templo mayor de la localidad; si bien es muy parecida a la actual, no es la misma, aunque tal vez la última pueda ser fruto de una recomposición de algunas partes de la imagen profanada. Destacar igualmente que la antigua imagen portaba los atributos (la Palma de la Victoria martirial y la Cruz con el banderín) de forma correcta: la Cruz siempre sobre la mano derecha, y la palma sobre la contraria; hecho que actualmente no se da, y desconozco sus causas.

Estilísticamente, la antigua parece una imagen de la 2º mitad del siglo XVIII, correspondiente ya a la nueva construcción de la Parroquia, y presenta, desde mi humilde punto de vista, algunas semejanzas con ciertas producciones del prolífico escultor cordobés Alonso Gómez de Sandoval, que trabajó en la construcción del retablo mayor de la Iglesia Parroquial en la 2º mitad del XVIII.

Imagen de Santa Marina que se veneró en la Parroquial de Santa Marina hasta los sucesos de la Guerra Civil. Posiblemente, la cabeza de esta efigie sea la misma de la que luce actualmente, que se presenta muy transformada después de desafortunadas restauraciones, la última de ellas a cardo del escultor cordobés Manuel Luque Bonillo en 1997.